La partida de Sacro Imperio Romano

-Obaka-san, tampoco creas que vine corriendo solo a verte, si traje los dulces- traia el recipiente entre sus manos, subiendo las escaleras entrando a su hogar, se sentia el lugar muy calido, dejo su saco en un sillon y volteo a ver al Prussiano -Donde esta?- se sentia nervioso y no podia imaginarse la expresion del rostro del menor.

Se quedo palido ante aquellas ultimas palabras... "Ya no era el mismo?" eso tenia que verlo por sus propios ojos. -No es solo eso...? continua!- le ordeno mas nervioso que nunca, el simple hecho de imaginarse eso, le hizo tener un escalofrio

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-Buenos dias- se presento melancolicamente mirando aquellos ojos sin reflejo que, no tenian brillo alguno, estaba realmente palido y no articulaba palabra alguna. Se quedo helado al verle asi, el pequeño que siempre le estuvo gritando y metiendole en problemas, aquel que siempre estuvo lleno de vitalidad y fuerzas, ahora se encontraba como si no tuviese alma. Se acerco a acariciar sus cabellos mirandole con el dolor en el pecho que hizo caer sobre sus rodillas, mirandole y tratando de entender todo.

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Era levantado por Prussia, le miro algo avergonzado por haber hecho semejante expresion de sentimentalismos, puso su mano en su boca -Obaka-san, no soy un lloron- miro al rubio sin expresion, tratando de esbozar una debil sonrisa -Mucho gusto west, mi nombre es Austria, te cuidare durante una temporada, espero que... nos llevemos bien-

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-Tienes frio?- se acerco, y delicadamente le puso el abrigo, tratando de no incomodarle, mirando sus heridas, cubriendole y sentandole. Miro a su alrededor. Miro la caja de dulces abierta, se dirigio a cerrarla cuando el menor se percato del olor de ellos -Quieres unos? estos son los favoritos de tu hermano- acerco uno hacia el menor, el cual lo tomo y se quedo mirando un rato. -Se comen asi- tomo uno y comio un poco mostrandole como se hacia.

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Se acerco peligrosamente a su cara -No, es un menor, esa no es la forma de darle de comer- quedaban pocos centimetros de Prussia, lo habia hecho con la intencion de detener aquello (celos).

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-O-Obaka-san! PERVERTIDO!- se tapo la boca totalmente sonrojado, se cruzo de brazos haciendo un berrinche, la verdad, nunca lo iba a admitir, pero... ese Prussiano era un buen besador. -No robo dulces a los menores, ademas, no se si pueda hacer eso- se quedo algo rojo por la simple idea de tener que hacerlo de esa manera. -Creo que... podria leerle algo- se sento en la orilla de la cama mirando a SIR como aun tenia esa expresion en su cara, solo les observaba.

-AH! mira, no dejare que lo vuelvas a hacer! Obaka-san!- se sonrojo de solo recordar que una vez "invadio" sus regiones vitales. -No dejare que nadie le toque, tambien me importa- se sento junto al prussiano recargandose algo en el. -Creo... que le leere algunos libros que tengo, unos infantiles le vendran bien- suspiro por aquello, seria un trabajo algo duro, pero... estaba dispuesto a hacerlo. -Pero no doy besos de "buenas noches"-

-Prussia!- le detuvo de la manga -En cuanto tiempo volveras?, bien sabes, las guerras aun continuan y no hay nada seguro- miraba preocupado puesto que, en verdad, eran tiempos muy duros. -Debo llevarlo de aqui a mi casa? o lo cuidare aqui?- en su cabeza estaba organizando varios planes para poder cuidar al pequeño.

-Obaka-san, claro que no me preocupo por ti- Mentia de una forma totalmente obvia. Tomo delicadamente su mano, sintiendo que aun estaba con frio -Vamos West, no te preocupes, tu hermano volvera- sonrio levemente para darle seguridad al menor, vio a las doncellas que, le hisieron sonrojar por sus dotes -Prussia... no es necesarion, bien sabes que tengo servidumbre tambien... y creo que Hungria se enojaria- penso en la cara de Hungria al compararse con esas mujeres.

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-Ese obaka-san...- se despidio mientras se alejaban en la carroza, acerco al menor hacia el, como le habia indicado Prussia, el pequeño se quedaba estatico y solamente bajaba la cabeza -West, no te preocupes, en mi mansion, hay personas muy agradables, hay una persona que seguro... te ayudara a sonreir- pensaba en la cara de Italia cuando mirara al pequeño. Sostenia su mano con suavidad y calidez, tratando de transmitirle proteccion.

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-Creo... que en un momento volvere- tomo el cuaderno y se lo entrego en sus manos. Se dirigio a la sala de su mansion y junto a toda las personas que habia alli, a la servidumbre, Hungria y a Italia. -Bien, quiero darles un anuncio... apartir de ahora vivira por un tiempo con nosotros, un invitado especial, su nombre por el momento es West, tratenlo con cariño, es lo que mas necesita- auncio ante toda la servidumbre atonita por esa expresion de "cariño". Volvio de nuevo a la habitacion dejando asi como asi a los demas, hallando al pequeño sin expresion, mirando el dibujo del italiano en su cuaderno. -Tienes hambre? en un momento te traere de comer-

El Austriaco salio de alli rapidamente, tomando un monton de libros de la biblioteca, los cargo hasta la habitacion del menor y se sento a su lado -Bueno, te leere un rato- se sento junto con el, poniendole en su regazo para leerle un rato, la servidumbre se asomaba por la puerta mirando aquella escena, las doncellas se sonrojaban por que parecia "un padre leyendole a su hijo" aunque este fuera rubio y ademas, adolescente. Hungria miraba detalladamente, el pequeño era demasiado parecido a SIR, hablaria de eso despues con Austria, aunque algunas lagrimas amenazaban con escaparse. -Te leere "Alicia en el pais de las maravillas"- abrio el libro con hermosas ilustraciones, mostrandoselas, miro hacia la puerta e inmediatamente todos huyeron.

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A pesar de todo lo que ha habia pasado en aquellos dia despues del anuncio de desaparecion de Sacro, aquello aun le dolia cada dia peor, pero tenia que sseguir se decia asi mismo y lo intentaba dia a dia.

Aquel dia el pelicastaño estaba recorriendo los pasillos de aquella gran mansión acababa de terminar sus que haceres, ya podía descanzar minimo un rato, pero unos momentos antes había oido de la demás sirvienas mas bien simplemente cuchicheos que había llegado un invitado junto con Austria, pero que muy pocos habian logrado ver su cara, realmente no le intereso mucho el tema.

Mientras caminaba en dicho lugar vio de lejos a Hungria-chan- ¡Hungría! -Le saludo de alguna manera con animo-fingido, pero se dio cuenta de que se encontraba llorando la pelicastaña, le preocupo y fue rapidamente a verle- ¿H..hungría que pasa?, ¿Algo le paso Austria-san? -Preocupado a más noticias no muy alentadoras-

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-Italia... el es nuestro invitado West, saludalo y secate esas lagrimas- toco el hombro del Italiano, por el momento, era lo mejor no decir nada, tenia la intencion de separarles, pero Italia habia sufrido ya bastante, el decirle que era SIR eso le alegraria... pero le destrozaria el corazon el saber que... no recordaba nada de su pasado, penso que lo mejor, seria la ignorancia por el momento. El pequeño rubio miro al Austriaco luego al castaño, por alguna razon, la melancolia le invadia, llevandose una mano al pecho.
-Quieren salir afuera? hace un excelente clima para admirar el lugar-

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¿West-san? -Pregunta, mientras se limpiaba la cara rapidamente- ¿Desea algo? -Le preguntaba acercando se u poco a su cara para oir algun tipo de respuesta, al momento le dice- amm... No se preocupe estaré bien...-Le sonrie, pensó un momento- mmm...¿Quiere que vaya con ustedes? -Ladea la cabeza con la misma sonrisa- ¿Nee? -Esperando alguna respuesta-

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-Si, West necesita de alguien de su edad para acomodarse en este ambiente, te lo encargo mucho- pronuncio como si fuera tambien el deber de Italia, de ayudar a adaptarse al lugar. Salieron los 3 de la mano, aunque a Austria le daba algo de verguenza ir tomado de esa manera. Llegando afuera, el sol estaba precioso, acariciaba sus caras con sus rayos calidos, y la brisa calida que invitaba a recorrer el jardin. Austria se fue a sentar en una silla que habia alli, invitandoles a mirar el lugar, a poder recrearse y convivir.