De parranda por lares españoles (privado)

Y sí, al fin llegó el esperado momento para los viejos amigos.

El español se encontraba fuera de su casa, frente a su queridísimo coche negro. Estaba esperando a otros dos más para poder salir al lugar donde supuestamente irían a 'beber' solamente y quedar con una borrachera increíble. Pero era obvio que no irían a beber solamente, estabamos hablando del famoso trío, no de cualquier cosa. Saldrían de parranda, se agarrarían a muchas mujeres, se agarrarían a sí mismos (?), beberían hasta el amanecer, bailarían y disfrutarían la vida como países y naciones. Todo esto pasaba en la mente del español mientras reía.

-Hoy será una buena noche- musitó al ver de reojo su reloj y divisar las 9 en punto de la noche.

Caminaba lentamente, como siempre, solo, sobre la avenida, sus manos estaban hundidas en el pantalón de mezclilla desgastada, vestía unos simples jeans, una camisa blanca ceñida a su cuerpo, de su cuello colgaba la cruz teutónica, sus muñecas traian una banda negra con estoperoles, de su pantalón colgaba una pequeña cadena, se quedó de pie observando al español que estaba ahí tan tranquilo, colocó la chaqueta de cuero sobre su hombro, esbozando una sonrisa, esta noche la pasaría increíble. Se acercó a él, dandole un fuerte golpe en la espalda.

Mientras esperaba a los demás perdió su mirada en el cielo; las estrellas formaban unas muy lindas formas y le recordaba su pasado... el pasado que nunca podría olvidar, el pasado que le traía tantos recuerdos, tantas lágrimas, tantas sonrisas.. y derrepente, todo ese recuerdo se esfumó al simple golpe en la espalda que recibió de parte del peli-blanco prussiano.
-¡H-hey!- exclamó al verlo, y luego esbozó una sonrisa cálida, la que siempre mostraba y lo hacía ver más tierno.

Sintió la mano intrusa del francés sobre su hombro, no dijo nada, tenía bastante tiempo que no les había visto.

-Keseses llegas tarde como siempre.-

-Al fin todos juntos- sonrió este al ver llegar y sentir la mano del Francés, mirando a ambas personas, con la típica sonrisa latina suya. -Iremos en mi coche, ¿vale?- afirmó mientras sacaba las llaves del coche y se acercaba a este, abriendo las puertas para que tanto como el prusiano como el francés suban.

-¿Qué tal a embriagarnos con las deliciosas bebidas que nos ofrece un bar español, ah?- preguntó a los presentes mientras encendía el motor del auto, haciendo un ademán de que podían entrar los dos ya.

Subió al auto, arrojando su chaqueta a un lado, se dejó caer sobre el asiento con pezades.
-Me parece bien-