Fusososo* (Privado, dears)

Era de noche, las campanadas de la iglesia austriaca sonaban sin cesar. Las calles iluminaban hasta el lugar más oscuro de la ciudad, las plazas estaban desabitadas por culpa del horario y del sueño pícaro de algunos, los bares estaban llenos y algunas casas estaban con las luces encendidas.
Ahí se encontraba el español, caminando sin rumbo por las calles de Viena, mirando cada cosa más hermosa que encontraba, pero claro, nada tan hermoso como su país, sus bailes y su comida. Bufó y rió.

-Asique... así se ve la ciudad del capullo a estas horas... bonito.- mascullo a la par de alzar la mirada y dirigirla a una cierta propiedad; era la del austriaco, el melódico, el de lentes. Decidió ir a darle una pequeña visita de 'amigos'.
Fusososo rió entre dientes y tocó la puerta, escuchando cierta melodía venir desde las profundidades de la casa

-joder, ¿hasta estas horas de la noche tocas?- musitó -se nota que hungría sacia tu hambre sexual.. pff- bufó de nuevo, lanzando bromas al anónimo aire.

Era algo tarde, mas no tenia hora para terminar de tocar alguna hermosa pieza en el piano, nadie le interrumpiría, o al menos eso pensaba por la hora.

Se vio sorprendido de escuchar tocar alguien a la puerta y más a esas horas. Ceso la música y se levanto de su banca.

-Obakasanga, venir a estas horas a una casa es una falta de modales- farfullaba durante el camino hacia la puerta. Una vez allí, no la abrió, debía cerciorarse de su invitado, preguntando desde el otro lado de ella.

-¿Sabe la hora que es? Es muy tarde para las visitas-

-Es tarde, tú estás despierto... anda- rió entre dientes mientras esperaba que lo abra; siempre hacía lo mismo, por qué simplemente no abría y ya?

Miro las hojas de los árboles dormitar, la brisa del viento pasar y a unos niños juguetones hacer pesadillas sus sueños; robando ciertas cosas del parque, frente a la casa del señor de anteojos. Rió, no le iba a decir nada, eran niños, ya sus madres le dirán algo.
Hacia un poco de fresco y parecía que iba a llover, tenía prisa, no se quería mojar.
¿Por qué la tardanza? se preguntó algo confundido

Abrió la puerta lo suficiente para que el español entrara, notando la brisa fresca y algo fría, claramente el clima indicaba que iba a cambiar. Estaba algo sorprendido de su visita y mas por la hora.

-¿Sucedió algo con Romano?- fue lo primero que le vino a la mente, ya que generalmente cuando le visitaba en el pasado, era para quejarse de este y/o pedirle a Italia Veneciano.